jueves, 1 de septiembre de 2011

manzanas prohibidas, o no tan prohibidas ;)

Me enamoré. No puedo explicar el motivo, no puedo decir por qué. Simplemente, me enamoré. Justo en aquel momento en el que mi mirada se clavaba fijamente en ese mar verdoso que forman sus ojos, tan hipnotizante, que parece mentira que nadie se hubiera fijado antes así en él. Aún no puedo comprender la suerte que tuve al conocerle. Apostaría por decir que el destino jugó al azar y tocó esa casualidad. ¿Coincidencia? No lo creo. Pienso que ya estaba escrito, que nuestros caminos acabarían uniéndose para formar uno, único, y más fuerte. Desde entonces parece mentira que haya sido capaz de sobrevivir estos meses separada de su lado. Supongo que mi razón se aferra a la solución de que le podré tener una vez se quede aquí. De momento, pasan las horas, los minutos, los segundos,... y yo sigo pensando que todavía me queda algo de su mirada, algo de sus besos, algo de sus abrazos. Todavía me quedan recuerdos, y ojalá esto solo sea el principio de una gran historia.
Es complicado hacer que los demás apoyen una relación que comenzó al poco tiempo de conocernos. Incluso es complicado entender cómo pude caer en tal tentación. Pero juro, que aunque fue una locura por mi parte darle todo a una persona desconocida, no me arrepiento de la decisión que tomé en su momento. No me arrepiento de haber actuado sin pensar en las consecuencias. Si pudiera retroceder, volvería a caer en su juego.



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