Acertó. Y mis sentidos se fueron con él en el mismo momento en que su mirada dejó de iluminar los recuerdos que tanto nos ataban a esta historia de dos. Y no habrá más motivos que nos unan, ni tantas sonrisas que nos digan que ya no hay tristeza que valga la pena. Al menos no tanto como este infierno que nos atrapa en vano. O como esa luz que veía al final del túnel con la firma de tu marca de piel.
No, ya no habrá ni siquiera palabras de esperanza que nos hagan creer que hay respuesta a todas estas preguntas. Ni por qués que cubran todas mis dudas.
Y ahora que necesito un poco más de ti y no lo tengo, me aferro al silencio. Fiel amigo, compañero de tantas noches, hermano de la fría soledad. Provocador nato a tantos sentimientos, que ya no hay infinito suficiente para contar todas las noches en vela que he pasado extrañándote.
Ya no hay sol que ilumine mis amaneceres, ni lluvia que moje mi ventana y me haga ver que esta vida no es tan opaca como quiere parecer. Que a estas alturas de la vida, lo poco parece mucho, y lo mucho se hace insoportable.
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