viernes, 5 de agosto de 2011
Negar ser perfecta
"Comienza a manifestarse la madurez cuando nos preocupamos por los demás antes que por nosotros mismos", ¿y si llevas toda una vida preocupándote por la gente que te rodea? Queriendo que todo en lo que vives esté bien, llevarte todos los problemas de los que quieres a la espalda cargados, echándote la culpa de algo que ni siquiera va contigo. Sentirse siempre la mala de la película, solo por reducir la melancolía de aquellos que lloraban. Luchar por metas a las que no podrían llegar solos. Pelear contra tsunamis psicológicos de los que no aguantaban más su vida. Salvar almas perdidas. Curar heridas incurables. Perdonar cosas imperdonables. Días en los que necesitabas llorar y no lo hiciste solo porque tenías a alguien delante que buscaba desesperadamente una sonrisa en cara ajena. Sentirse mal cada vez que notas que una persona está inquieta moralmente, y cambiar de estado de ánimo de repente, más rápido de lo que cae una lágrima de dolor. Encontrarse siempre de frente al dolor y decirle "lo siento, pero hoy es mi día, no vas a joderme". Aguantar todos los dolores o simples molestias para que los demás no noten que en el fondo estás jodida, ningún dolor va a impedirte ayudar a los demás. Resignarse, levantar cabeza, y aunque necesites más que nunca un abrazo, no pedirlo. Aprender a mantener a racha al corazón y quedarle de vez en cuando sin su dosis necesaria de amor. Dar consejos que nadie sería capaz de dar. Ser una persona perfecta a los ojos de los demás, y aunque te des cuenta de que tienen razón cada vez que lo reconocen, negarlo con un "eso es lo que haría cualquier buena persona".
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