sábado, 31 de diciembre de 2011

Canto de llantos olvidados.

Fue tan fácil como la vida misma, que el acorde de mi guitarra hiciese de su melódico sonido, un llanto. En alguna parte de mi cuerpo, la melancolía le gana partido a todo lo bueno. No tengo para expresarme, más que una guitarra vieja, abandonada desde hace años en un rincón del más frío olvido, y una partitura que, aunque confunde sus claves de sol con melódicas alegrías pasadas, son en realidad, augurios de lágrimas perdidas vanamente.


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