Prometer que nunca nos perderemos en el amor que nos damos es complicado. La 3ª persona del plural formada por los dos, puede convertirse en una simple palabra, de todas esas que se lleva el viento.
Por eso insistí en que no me repitieras que me querías, porque no quiero que me lo digas, sino que lo demuestres de verdad.
Distintos imposibles, pero unidos por el destino. Hasta ahora he probado pocos sabores del amor. La vida entrelazó lazos desproporcionados a la hora de querer.
El miedo conseguía arrebatarme la poca valentía que me entregaba la canción que un día me regaló.
Y caíamos otra vez en aquel pozo sin salida. Fue un principio con final, una tragicomedia, un imposible demasiado cercano...
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