¿Sabes? Recuerdo cuando escribí embobada su nombre en el buscador del chat. Estaba entero, con cada tilde colocada en su sitio y todas sus mayúsculas. Cuando caminaba escuchando música y revivía en mi cabeza cada uno de nuestros encuentros. Esa primera vez... en la parada, cuando nos dimos nuestro primer beso. Y cada una de las partes de nuestro barrio conquistadas por los dos. Nuestro banco... Aquellas tardes en ese banco...
Y su sonrisa resplandeciente cada atardecer...
Sus ganas por hacerme pisar césped o hierba en el campo. Sus bromas con mi estatura o la talla de mis pies.
Cada vez que me cogía y yo pataleaba para que me bajara. Las peleas con mi colonia de coco, o con su fragancia de "play boy".
Aquella noche en que secó mis lágrimas e hizo que no me sintiera culpable. Y esa tarde en casa de una amiga cuando todo el mundo pareció volverse loco a nuestro alrededor y nosotros allí, alejados de la realidad, centrándonos el uno en el otro.
Aquellos tiempos en los que no existía nada más que un "tú y yo". Ese "tú y yo" ya no existe... y ahora, al igual que las demás historias, tiene que comenzar a formar parte del pasado. Hay que recordar, pasado pisado.
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