He llegado a un punto sin retorno, un punto en el que mis pies
ya no quieren caminar, mis manos no quieren sentir y mi corazón
no quiere palpitar. Sí, la mentalidad puede salvar a una persona
de la muerte, pero también puede conducirla hacia ella. Por eso
esta vida es un juego que tenemos que jugar despacio, y disfrutando
de cada tirada, porque nunca sabes cuando los dados se pondrán en
tu contra.
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