sábado, 1 de septiembre de 2012

Aprender a olvidar.

¿Qué cambia cuando te ves en la obligación de olvidar a una persona? Existen situaciones complicadas, llevadas a cabo por personas complicadas, que lo único que hacen es tropezar una y otra vez en el error. No es ese el verdadero problema, sino que si esa persona falla, repercuten las consecuencias en aquella otra que es definida como su vida, la estrella que le guía en su camino. Y ese fallo obliga a esa estrella a apagarse, posiblemente para siempre, para no iluminar jamás el camino de aquel que cayó.
Y una vez en ese punto tan inesperado, hay algo que se acciona en el interior de la persona definida como estrella: la presión de olvidar.
Pero no, el corazón nunca olvida. La que olvida es la cabeza, mientras el corazón se dedica a reclamar una y otra vez lo que le pertenece.
Porque al corazón le mantiene vivo el amor, y el amor solo se alimenta de amor, y no recibe nada que no sea de sí mismo.
Pasarán los años, y el corazón seguirá pendiente de ese fantasma del pasado, se mantendrá preso en la nostalgia.
Es cierto, conocerá nuevos y mejores amores, pero su lista sigue siempre vigente, mientras la cabeza mantiene las lecciones aprendidas. Y así hasta el final, hasta el último latido, hasta llegar al momento en el que toda esa lista y todo ese amor, se transforman, en el último suspiro.

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