Cuéntame ahora una más de tus historias, que tengo frío y tu imbecilidad calienta mi ego. ¿Mi moral? Aquello a lo que nunca podrás llegar. Desde luego, satisface a tu jodida mente enferma con la idea de que al menos pudiste llegar a una mínima parte de mí. Estuviste a punto de desnudar hasta a mi mirada, pero recuerda, yo no soy de las fáciles: de esas que se agachan para recoger una moneda, para que aquellos que están a sus espaldas puedan verle las bragas. Y recuerda, la mierda siempre se acumula en las esquinas.
Ahora es tu elección, si te arrinconas o no es tu problema. Yo solo sé que no pienso esperarte. Mi camino sigue y ¿sabes? ahora estoy mucho mejor sin ti. Espero que mueras lento sin mi. Prueba el sabor de perder el rumbo, de creer que las distancias no se miden desde este punto. Lárgate, escapa, vete de mi vista, te has ganado mis ganas de vomitar en tu cara de payaso. Espero que nunca más se crucen nuestros caminos.
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