Que el tope de mi tiempo se anticipó al saber que eras tú el que llamaba de nuevo a mi puerta. Tenía las posibilidades abiertas a salir, gritar, librarme de la puta idea de sentirme libre y por fin, volver a entrar y encerrarme de nuevo en estas cuatro pareces a las que yo llamo "ser yo misma". ¿Qué quieres que le haga? No puedes regresar a mi vida y llamar a la puerta, esperando a que te abra y te reciba con los brazos abiertos. Perdona que te consienta por lo menos el haberte mirado a la cara. Después de todo, no te lo mereces. Aquí las cosas claras y el chocolate espeso. Allá tú si quieres comerte toda la mierda que tenía reservada para ti. Si quieres decorar tu vida con algún vago recuerdo de lo que pudimos llegar a ser, o lo importante que fui para ti. Porque, no sé si no te has dado cuenta aún, de que yo nunca te lo pedí. Tal vez la menos enamorada en este caso fui yo, tal vez el juego no te salió del todo como planeabas, puesto que no hiciste daño a nadie.
¿Enserio? ¿me hicieron daño? Pues no me di cuenta. Seamos realistas, te jodí tus expectativas y rompí tus reglas de hijo de puta.
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